Dieta Revolucionaria Dr Atkins Libro Pdf

1 DR. ROBERT C. ATKINS LA REVOLUCIÓN DIETÉTICA DEL DR. ATKINS El único y revolucionario método, rico en calorías, que permite mantenerse siempre esbelto Recetas y menús por Fran Gare y Helen Monica 25ª EDICIÓN

2 ÍNDICE Agradecimientos 9 1. Lo que este libro le va a revelar La revolución dietética cambiará su vida Cómo llegué a esta revolución dietética Le prometo que nunca sentirá un retortijón de hambre Si está usted luchando siempre con la obesidad, es muy posible que sea usted «alérgico» a los carbohidratos Qué es lo que causa esta plaga del siglo xx? Es una dieta energética: tanto psicológica como físicamente Si quiere estar gordo: siga contando las calorías Si quiere estar delgado: comience a contar los carbohidratos! Cómo preparar su propio historial de dieta. 155

3 11. Antes de comenzar con esta dicta La revolucionaria dicta con la que nunca se pasa hambre, a base de que no haya límite en los filetes, la ensalada y extras Cómo seguir la dicta nivel a nivel Por qué una de cada diez personas que practican la dieta se encuentra temporalmente atascada Planes de comida y recetas Planes de comida para los cinco niveles de la dieta 222 Recetas 245 Entremeses (249). Sopas (254). Huevos (258). Platos principales: aves, carnes y pescados (264). Salsas (277). Ensaladas compuestas (282). Aliños de ensaladas (292). Verduras (296). Pan, bollos, galletas y cortezas de pastel (299). Postres (305). Dulces (324). Bebidas (326). Tentempiés (328). Lista de vinos y licores (333). Productos utilizados en este libro (334). Aliños de ensalada que pueden encontrarse en tiendas y supermercados (336). 17. Mantenimiento: cómo conservarse de un modo óptimo Respuestas a las preguntas que más acostumbran a hacerme los pacientes Porqué necesitamos una revolución y no una simple dieta 388 Apéndices 395

4 AGRADECIMIENTOS En primer lugar, me gustaría dar las gracias a Ruth West por su inestimable ayuda en la preparación de este libro. Y también deseo dar las gracias a Fran Gare y Helen Monica por su labor creativa al preparar sus selectas y deliciosas recetas. Igualmente doy las gracias al doctor Ira Mason, mi asociado en el consultorio; al doctor Harvey Sadow, por su valiosa crítica; al señor Ernest Ash, mi consejero legal; a la señora Gloria Pann, mi consultora en alimentos; a la señorita Judy Schrumpf, enfermera jefe de mi equipo, y a la señorita Mary Pyzik, mecanógrafa.

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6 LO QUE ESTE LIBRO LE VA A REVELAR Se han escrito y dicho millones de palabras acerca del exceso de peso. En estos momentos todo el mundo lo sabe todo al respecto... excepto qué es lo que lo causa y cómo eliminarlo. Siempre me asombra el ver cuán pocos médicos se ocupan en tratar la verdadera causa de la obesidad. No es extraño que ésta no desaparezca. REVOLUCIONE SUS IDEAS ACERCA DE LA CAUSA DE LA OBESIDAD. Está usted pensando: «Es que acaso no está originada por comer en exceso»? Ni hablar! Ésa es una de las ideas preconcebidas que siempre hemos dado por sentadas, uno de tantos mitos acerca de la obesidad, que ya es hora de que comencemos a olvidar. 1

7 EL DESEQUILIBRIO METABÓLICO CAUSA LA MAYOR PAR- TE DE LAS OBESIDADES. Durante cincuenta años, desde que apareció el primer libro de dietas de gran venta, los doctores y los expertos en dietética nos han estado diciendo que el perder peso es simplemente cuestión de ajustar la entrada de calorías y comer una dieta equilibrada. Pero la mayor parte de la gente (y eso incluye a doctores y expertos en dietética) desconoce por completo los desequilibrios metabólicos que son la principal causa de casi todos los excesos de peso. El resultado de cincuenta años de prescribir una sedicente «dieta equilibrada» para pacientes que, en realidad, sufrían un desarreglo metabólico es una extensa epidemia nacional de obesidad. HACE YA TIEMPO QUE NECESITAMOS UNA REVOLUCIÓN EN NUESTRA FORMA DE PENSAR EN LAS DIETAS. EL EXceso de peso viene acompañado por muchos problemas. Nuestro mayor problema de salud de hoy en día, las enfermedades cardiovasculares, está íntimamente ligado al exceso de peso. Y lo mismo sucede con la diabetes, con el incremento de riesgos de accidente y quirúrgicos, con el hiperinsulinismo, con la artritis, con las enfermedades de los ríñones, del hígado, de la vesícula biliar, e incluso con el suicidio. POR QUÉ ES ESTO UNA REVOLUCIÓN DE DIETAS? Si una revolución es una revuelta, que ha tenido éxito, contra un orden atrincherado, entonces, los últimos ocho años de mis prácticas como médico representan una revolución. Les explicaré más cosas acerca de cómo surgió todo esto en los siguientes capítulos, pero, resumiendo, les diré que he tratado en este tiempo a unos diez mil pacientes de exceso de peso. Todos ellos han perdido peso sin controlar las

8 calorías, sin pildoras de dieta, y la mayor parte de ellos sin notar ni un solo retortijón de hambre. No han perdido peso comiendo menos o siguiendo una «dieta equilibrada». Para comenzar, esta dieta no está «equilibrada». Está deliberadamente desequilibrada, con objeto de contrarrestar el desequilibrio metabólico que hace que la gente engorde. La mayor parte de las dietas equilibradas tienen un 50 por ciento de carbohidratos, un 30 por ciento de proteínas y un 20 por ciento de grasas. La gente obesa acostumbra tener un metabolismo de los carbohidratos desarreglado, así que no pueden absorber todos esos carbohidratos. En esta dieta empezamos por eliminar por completo los carbohidratos, y luego los mantenemos permanentemente a un nivel bajo. ÉSTA NO ES UNA DIETA DE HAMBRE. Uno de los felices efectos secundarios de esta dieta terapéutica deliberadamente desequilibrada es el fantástico cambio que produce en sus costumbres alimenticias. Mis pacientes pierden peso coman más o menos, porque ésta no es una dieta de hambre. La mayor parte de ellos come menos, pero es sólo porque lo que pueden comer en esta dieta satisface de un modo completo su apetito. Se encuentran con que no pueden comer tanto como acostumbraban. Pero algunos han perdido diez, veinte, cuarenta o más kilos mientras consumían de dos a tres mil calorías o más por día, lo que es suficiente para demostrar que, si uno desea comer tanto, aun así puede perder peso. Han perdido peso comiendo huevos con tocino para desayunar, acompañados de café con nata, poniendo mayonesa en sus ensaladas y salsa de mantequilla en su langosta; comiendo costillas, pato asado, pastrami y mi pastel de queso especial como

9 postre. (Véase receta en la pág. 323.) Y, con esta dieta, los niveles de colesterol acostumbran a bajar y, lo que es aun más importante, también lo hacen los niveles de triglicéridos (ya se enterarán de esto en el capítulo de recetas), si no en todos, en casi todos los casos. Mis pacientes han perdido años con sus kilos. Han ganado energías, alegría, confianza en sí mismos. Son personas nuevas. Y ya no controlan las calorías. Por eso no creo que perder peso sea una simple cuestión de contar calorías y de limitarse a hacer funcionar el cuerpo con un déficit de las mismas. EL SISTEMA DE CONTROL DE CALORÍAS HA FRACASADO. La notoria falta de éxito de la medicina ortodoxa en el tratamiento del exceso de peso no ha hecho que la profesión buscase de una forma decidida alternativas al método de control de calorías. En lugar de esto, se han producido otros acontecimientos. Ha nacido, y crecido de forma desmedida, una gigantesca industria de alimentos y bebidas de escasas calorías. La industria farmacéutica ha producido una catarata multicolor de pildoras de dieta. Y han logrado todos esos supresores del apetito y todas esas vituallas y bebidas pobres en calorías transformarnos de una nación de gordos en una nación de delgados? Ya saben la respuesta! Cada año hay más entre nosotros que se preocupan del exceso de peso, y con mucha razón, pues cada año hay más de entre nosotros que, en nuestra sociedad que se va volviendo más y más sedentaria, envejecen y mueren prematuramente de enfermedades ligadas a una dieta errónea y al exceso de peso. El sistema de control de calorías ha fracasado en la resolución del problema de nuestra obesidad nacional. (Ya leerán más cosas acerca de esto en el capítulo 8.)

10 Hay dos razones principales que explican por qué el control de las calorías no ha logrado eliminarnos peso. En primer lugar, poca gente puede tolerar, durante el tiempo necesario para perder mucho peso, el hambre que acompaña a la dieta de escasas calorías. Y, como ya he mencionado anteriormente, existe esa otra razón, aún más básica, que explica por qué ha fracasado el sistema de control de las calorías. LA MAYOR PARTE DE LAS ENFERMEDADES DE HOY EN DÍA TIENEN UN FACTOR DE PREDISPOSICIÓN EN COMÚN: LA INTOLERANCIA HACIA LOS CARBOHIDRATOS. A lo largo de los años un gran número de doctores e investigadores médicos han observado que la persona obesa, el diabético, el hipoglicémico (que es una persona que sufre de un bajo nivel de azúcar en la sangre), el propenso a los ataques de corazón, tienen todos una cosa en común: algo anda muy mal en la forma en que sus cuerpos utilizan el azúcar y otros carbohidratos. Esas personas no toleran los carbohidratos... a causa de un desequilibrio metabólico. Lo que ahora necesitamos es una revolución de dietas en las que la absorción de carbohidratos disminuya, para que sea acorde con la tolerancia de las perdonas que no pueden tolerar los carbohidratos. Entonces, y sólo entonces, podrá ser controlado el exceso de peso, con todos sus peligros. POR QUÉ NO HA INVESTIGADO LA MEDICINA EL MOR- TÍFERO PAPEL DE LOS CARBOHIDRATOS? Cómo es que existen tantos «expertos» en nutrición que no se dan cuenta de la intolerancia hacia los carbohidratos? Por qué durante tanto tiempo las «autoridades» médicas han ignorado, en lugar de explorarla, esta pista lógica que les podía llevar al logro de un tratamiento del exceso de peso?

11 Cuál es la explicación para el desprecio con que han sido recibidos los numerosos informes médicos acerca del papel originario de los carbohidratos en la obesidad, que se vienen produciendo desde la publicación, en 1864, de la famosa «Carta sobre la corpulencia» de William Banting? Podría estar esto relacionado, en parte, con las grandes aportaciones financieras entregadas a los diversos departamentos de educación nutritiva por parte de los fabricantes de nuestros alimentos de carbohidratos refinados? SOMOS LAS VÍCTIMAS DE UN «ENVENENAMIENTO POR CARBOHIDRATOS». Las enfermedades más mortíferas del siglo xx provienen de lo que yo llamo «envenenamiento por carbohidratos». Y qué es lo que lo causa? En primer lugar, el azúcar. En muchos casos se trata, virtualmente, de una entrega total al azúcar. Tal como exactamente señala el doctor John Yudkin, «consumimos ahora más azúcar en dos semanas que lo que se consumía en todo un año hace dos siglos». Durante décadas, los estadounidenses han sufrido un lavado de cerebro por parte de la publicidad para que comiencen el día con cereales procesados y llenen las horas siguientes con refrescos no alcohólicos que no tienen ningún verdadero valor nutritivo y que sólo contienen carbohidratos. En el tiempo de los cavernícolas, los humanos evolucionamos sobre todo a base de una dieta de carne. Y nuestros cuerpos están construidos para utilizar carne. Durante cincuenta millones de años nuestros cuerpos tuvieron que enfrentarse con sólo unas cantidades diminutas de carbohidratos... y que, además, eran carbohidratos no refinados. Hace siete mil años, cuando el hombre aprendió a arar el suelo, se incrementó la cantidad de carbohidratos que

12 consumía..., pero seguían sin ser refinados. En otras palabras, aquellos carbohidratos no habían sido concentrados de modo artificial por un proceso de molienda o refino. Sólo en el último siglo se ha producido un drástico cambio en lo que come y bebe el hombre, con la aparición y generalización de una dieta compuesta, predominantemente, de carbohidratos refinados. El mecanismo destinado a metabolizar la pequeña cantidad original que consumía no ha podido resistir la avalancha asesina de nuestra cultura de cocacolas-pasteles-catsup-galletas-y-caramelos. El resultado: exceso de peso. Y también las enfermedades cardiovasculares, que representan el mayor número de muertes producidas por todas las causas. Además de una completa serie de enfermedades degenerativas, que eran por completo desconocidas con anterioridad. LA FÓRMULA PARA PERDER PESO SIN PASAR HAMBRE: CORTE LA CANTIDAD DE CARBOHIDRATOS, Y NO LA DE CALO- RÍAS. El comprender la causa puede indicar el camino para un tratamiento correcto. Eliminar los carbohidratos de la dieta es el tratamiento que resulta efectivo de un modo más permanente para la obesidad. Una de las razones por las que es efectivo de un modo muy señalado es porque, cuando uno elimina los carbohidratos, uno elimina el hambre. (Hay una base biológica para este asombroso fenómeno, que podrán leer más adelante.) No hay necesidad de contar las calorías. Uno come y come. Hasta que está harto. Nunca pasa hambre, y siempre pierde peso. Debe de estar usted pensando: «Pero mi cuerpo necesitará algunos carbohidratos, no?». Ésta es otra de las ideas preconcebidas tan profundamente enterradas en nuestra forma de pensar

13 (y estoy pensando tanto en las mentes de los doctores como de sus pacientes), que parece increíble que no sea cierta. NECESITAMOS OLVIDARNOS DE ESO. Pero con todos nuestros conocimientos, que han llegado a constituir un edificio de enorme tamaño, el gran problema que tenemos todos hoy en día es no el de aprender sino el de olvidar lo aprendido. La idea de que necesitamos carbohidratos es una de las viejas suposiciones que perdió valor, una de esa legión de «verdades» de ayer que hoy han resultado ser mentiras. «Es muy probable que la gente y los animales puedan sobrevivir muy bien con dietas que no contengan carbohidratos, porque el cuerpo puede también usar las grasas y las proteínas directamente, como fuente de energía», nos dice el famoso libro Composición de las comidas, editado por el Departamento de Agricultura (revisado y reimpreso en diciembre de 1963). Philip K. Bondy, presidente del Departamento de Medicina Interna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, y ahora director de Enfermedades del Metabolismo, el famoso libro de texto de Duncan, que es virtualmente una biblia para los doctores en este campo, escribe: «... no se requiere ningún carbohidrato en la dieta... ha sido demostrado de un modo experimental que los seres humanos pueden sobrevivir, con buena salud, tomando durante meses una dieta de carnes y grasas». Y, naturalmente, el hombre carnívoro sobrevivió durante millones de años en un mundo relativamente bajo en carbohidratos. Este giro total en la dieta humana, hasta llegar a un punto en que los carbohidratos refinados la dominan, ha causado una inadaptación evolucionaría que se demuestra no sólo en los adultos, sino también en los jóvenes.

14 LOS DAÑOS PRODUCIDOS POR LOS CARBOHIDRATOS COMIENZAN A TEMPRANA EDAD. Las arterias muestran daños en una época sorprendentemente temprana de la vida. Las autopsias llevadas a cabo en muchos de los caídos tanto en la guerra de Corea como en la de Vietnam mostraban unos depósitos de grasa claramente visibles (ateromas) en las paredes de la aorta en la mitad de esos jóvenes. Y su promedio de edad era de veintidós años! En otras palabras, sus arterias mostraban ya signos de serios daños que muchos estudios recientes atribuyen a los años de sobreconsumo de carbohidratos refinados, junto con una predisposición genética a las enfermedades cardiovasculares. Pues los carbohidratos, y no las grasas, son los principales elementos en la alimentación que engordan a la gente obesa. Y lo hacen tanto impidiéndole a uno que queme su propia grasa como estimulando al cuerpo para que cree más grasa y se acostumbre a ello. Las combinaciones de proteína y grasa solas no producen esto. Así que esta dieta es una dieta anticarbohidratos, que reduce un peso que no sería afectado en lo más mínimo por las dietas pobres en calorías. CUARENTA KILOS MENOS DE PESO, Y MÁS ENERGÍA. Lyn Duddy, que escribe la música del programa de Jackie Gleason, había probado, durante años, todas las dietas que le recomendaban, sin lograr éxito alguno. Pero luego perdió cuarenta kilos con su propia versión limitada de la dieta anticarbohidratos. «Odio el pescado. Me repugna el queso», dice. «Así que viví a base de filetes, pollo y ensalada. No me resultó difícil. Para desayunar ingería cuantos huevos con tocino podía tragar. Y podía poner mayonesa en la lechuga y mantequilla en la carne. «Antes de comenzar no sabía que tenía poco azú-

15 car en la sangre, pero lo que sí sabía es que no tenía muchas energías. Ahora tengo muchas más.» LA DIETA QUE TRATA EL EXCESO DE PESO Y TODAS SUS CONSECUENCIAS MORTÍFERAS. Per o esta dieta no es sólo una dieta para perder peso. Es el tratamiento médico más perfecto para la mayor parte de las personas con diabetes contraída cuando eran adultos, con problemas de colesterol, de úlcera, con migraña, con enfermedades en el corazón y las arterias, y especialmente para la fatiga y alteraciones emocionales que acompañan a la hipoglicemia. Todos estos males humanos, y media docena más, pueden tener su raíz en una causa común: un desarreglo metabólico resultante de la falta de capacidad del organismo para enfrentarse con los carbohidratos. En el pasado hemos averiguado que el descubrir la causa de una enfermedad ha hecho posible su control. Esto no es menos cierto para estas enfermedades del siglo xx. TRATA LA CAUSA TANTO COMO LOS SÍNTOMAS. posible, ahora mismo, controlar todas estas enfermedades, comenzando con ese estado tan poco agradable a la vista y que tanto contribuye a acortar la vida que es el exceso de peso. Yo sé que esta dieta le irá bien a usted. Ha servido para millares de pacientes que han venido a verme para que los tratase. Y más que eso. Según parece, ha sido útil para millares de pacientes que no han venido a verme para tratarse, pero que han leído acerca de la dieta en las revistas y periódicos que han hablado de ella: Vogue, Harper's Bazaar, Town and Country, Cosmopolitan, Mademoiselle y Fortune, entre otros. ES

16 SÉ QUE ESTE LIBRO PUEDE CAMBIAR SU VIDA. Cada vez que ha aparecido la dieta, he recibido millares de cartas de todos los rincones del país y de todo el mundo. La gente me dice que han visto que la dieta era fácil de seguir, que se sienten asombrados y encantados por no tener nunca hambre. Me escriben que se encuentran absolutamente en forma, y que han sufrido un gran cambio de temperamento. Y me dicen que están perdiendo peso con alegría y sin esfuerzo, que ahora se agradan a sí mismos, y que la dieta ha cambiado sus vidas. Incluso hay doctores que me comunican acerca de condiciones diabéticas e hipertensivas que ha corregido la dieta, acerca de niveles de colesterol y triglicéridos más bajos, aparte de las espectaculares pérdidas de peso. Una cosa que he aprendido es que no existe una fórmula fija que sirva para todo el mundo. Lo que espero de este libro es que le sirva a usted para dirigirlo hacia unos hábitos de alimentación que sean los más adecuados para usted: para su metabolismo, gustos, hábitos, costumbres, para' lo que le agrada o desagrada a usted en particular. Porque si usted tiene un problema de peso, entonces tiene un problema vital. Nosotros los doctores lo sabemos, pero es sorprendente cuán pocos pacientes pueden aceptar este hecho evidente.

17 LA REVOLUCIÓN DIETÉTICA CAMBIARA SU VIDA MILLARES DE PERSONAS HAN PERDIDO MUCHOS KILOS Y GANADO MUCHOS Y BUENOS AÑOS DE VIDA CON ESTA REVOLUCIÓN DE LAS DIETAS ANTICARBOHIDRATOS. HE aquí lo más importante de la misma: Con esta dieta no tomará usted pildoras porque nunca tendrá hambre. Mucha gente «vuela alto», emocionalmente hablando, desde el mismo inicio. No tiene que contar las calorías. Puede comer tanto como quiera, tan a menudo como lo desee. Come sibaríticamente: nata, mantequilla, mayonesa, quesos, carne, pescado, volatería (y también ensalada verde fresca).

18 La mayor parte de la gente pierde de dos a cuatro kilos la primera semana y de uno a dos kilos una semana más tarde. Perderá centímetros de un modo aún más espectacular que kilos. La segunda semana ya tiene algo de los carbohidratos que más ha echado a faltar (quizás olivas, vino, más vegetales). Irá recibiendo más carbohidratos en las semanas siguientes hasta que... Llegará hasta su Nivel Crítico de Carbohidratos (NCC). Sabrá usted cuándo llega a ello porque... Entonces, sus tiras de prueba de orina ya no se volverán de color púrpura. Esto significa que... Ha llegado el momento de reducir en unos pocos gramos su consumo de carbohidratos y entonces... ya está. Usted lleva a cabo una dieta tan normal para los estilistas de la comida que nadie tiene jamás que saber que está usted a dieta. Puede perder tantos kilos como desee y conservarse delgado el resto de su vida porque, por primera vez, usted sabe exactamente cuántos carbohidratos puede tolerar su cuerpo en particular, sin que esté siempre gordo, cansado y hambriento. Su apetito y sistema metabólico se han normalizado. Su figura ha cambiado y también lo ha hecho su vida. Y ahora que está usted acostumbrado a comer de esta forma, a tener este aspecto y a sentirse así: en forma, delgado y joven... es usted una persona nueva, mucho más alegre. No se preocupe por las preguntas que habrán surgido en su mente a causa de lo que acaba de leer («Qué tipo de enfermedad metabólica?» «Cómo

19 es posible que pierda peso tomando mayonesa y nata?» «Qué tira de prueba de la orina?»). Contestaré pronto a esas preguntas. En primer lugar, sepamos la diferencia entre ésta y otras dietas bajas en carbohidratos. LA DIFERENCIA VITAL ENTRE ÉSTA Y OTRAS DIETAS BAJAS EN CARBOHIDRATOS. Ha oído usted hablar de las dietas llamadas «de pocos carbohidratos». Ha probado alguna vez alguna? La Dieta del Bebedor? La llamada Dieta de la Fuerza Aérea? Las dietas de pocos carbohidratos de Carlton Frederick? La dieta del doctor John Yudkin (Ese asunto de adelgazar)? La dieta del doctor Blake Donaldson (Medicina fuerte)? Hay muchas otras... y todas ellas son pasos en la dirección correcta. Pero existe una diferencia vital entre esas dietas y ésta. La mayor parte de esas dietas le dicen que reduzca su dosis de carbohidratos a sesenta gramos por día. No es así? Había una razón para esto. Con sesenta gramos de carbohidratos el cuerpo no emite cetonas (pequeños fragmentos de carbono que son subproductos de la combustión incompleta de las grasas). Los doctores que idearon estas dietas creían que las cetonas eran perjudiciales. Más adelante leerá más acerca de las cetonas. Es otro de esos temas acerca de los cuales tienen que olvidarse muchas cosas. EN PRIMER LUGAR OLVIDE LO QUE HA OÍDO ACERCA DE LAS CETONAS. Cuando una persona emite cetonas en la respiración o en la orina, se dice que tiene cetosis. Pues bien, para un señor gordo que no tolera los carbohidratos, el lograr tener cetosis, de modo deliberado, es una señal de regocijo. Es una señal de que la grasa indeseada está siendo quemada como

20 combustible. Es una señal de adelanto hacia la salud, la delgadez, un nivel estabilizado de azúcar en la sangre, un nivel inferior de triglicéridos, todo lo que su corazón desea... literal y metafóricamente hablando. Claro está que si uno tiene cetosis tras un prolongado período de hambre o a causa de una diabetes incontrolada, las cosas tienen un aspecto distinto. Entonces eso indica la presencia de acidosis... y esa es una señal de peligro. Demasiados doctores han acabado por equiparar ambas situaciones, aunque son tan distintas como la noche y el día, y como la salud y la enfermedad. No hay acidosis cuando la cetosis ocurre como algo normal, concomitante a esta dieta. HE ESTUDIADO MILLARES DE PERSONAS QUE TENÍAN CETOSIS. Los doctores que temen la cetosis en un programa de reducción de peso tal como éste no han tenido ninguna experiencia con la cetosis inducida por una dieta libre de carbohidratos. Yo sí, dado que ésta es mi especialidad. Durante años he comprobado, de forma regular y cuidadosa, el bienestar de millares de personas que se mantenían en estado de cetosis durante meses y.meses. Y no he observado ningún efecto pernicioso, ni jamás he visto un estado de acidosis como resultado de esto. Por el contrario, he llegado a la conclusión de que la cetosis es un estado muy deseable, dado que mientras uno se halla en este feliz estado (y lo digo de modo literal, pues, como regla, viene acompañado de una elevación de la moral) su grasa es quemada con un máximo de eficiencia y un mínimo de privaciones ( ya que con la cetosis desaparece el hambre!)

21 NADA DE SESENTA GRAMOS DE CARBOHIDRATOS EN LA DIETA, SINO CERO GRAMOS. Aquí es donde mi dieta resulta diferente, de un modo significativo. Durante la primera semana de esta dieta uno disminuye el consumo de carbohidratos a lo que, biológicamente hablando, equivale a cero. Esto crea una situación química única en el organismo: la más favorable a que se queme, del modo más rápido posible, la grasa en el mismo acumulada. Aparte que se eliminan cetonas, y desaparece el hambre. El primer combustible que quema su organismo para obtener energía proviene de los carbohidratos que usted come y bebe. Si dispone de algún carbohidrato, su cuerpo lo quema en lugar de la grasa almacenada... y mantiene sus antiguos sistemas metabólicos. Pero los carbohidratos, como tales, no son almacenados en el cuerpo más allá de cuarenta y ocho horas. Así que, cuando no se toma ningún carbohidrato, su cuerpo debe recurrir a la principal reserva de combustible: la grasa acumulada. Se ve forzado a utilizar un camino metabólico distinto. En este proceso su cuerpo se convierte de una maquinaria que quema carbohidratos a un motor que quema grasas. Ésta es la revolución de las dietas: una nueva situación química en la que se eliminan cetonas.., y también todos esos kilos no deseados, y además sin pasar hambre. ADICIONES GRADUALES DE CARBOHIDRATOS PARA HACER QUE SU CUERPO SIGA UTILIZANDO LA GRASA COMO COM- BUSTIBLE. Si desea continuar perdiendo peso sin pasar hambre tenemos que mantener esta situación química. Y si añadimos carbohidratos de un modo muy gradual, en pequeñas cantidades, podemos lo-

22 grado, es decir, mantener su cuerpo convertido en un motor que quema grasas. Así que es justamente eso lo que hacemos. La segunda semana usted puede añadir unos pocos gramos más de carbohidratos a su dieta. Cada semana subsiguiente podrá ir devolviendo a su dieta algo más de carbohidratos (alrededor de cinco gramos). De este modo, por una especie de juego de manos químico, continuará quemando su propia,grasa de un modo tan profundo como lo hizo en la primera semana de la dieta. Cómo sabemos que esto es así? Lo sabemos porque usted está perdiendo peso. Lo sabemos porque no pasa hambre en ningún momento. Lo sabemos porque usted se halla en un estado que se podría definir entre más agradable y absolutamente maravilloso. Pero también lo sabemos por otra razón. DIFERENCIA NÚMERO 2: «EH, ME ESTOY VOLVIENDO PÚRPURA CADA DÍA!» Mientras su cuerpo está quemando grasa a ese ritmo, las sustancias de las que hablé antes, llamadas cetonas, son expulsadas tanto por el aliento como por la orina. Para la gente que está a dieta esto es lo mejor que podía suceder. Muestra que la grasa corporal excedente está siendo quemada. Es fácil efectuar un test de orina para averiguar si hay presencia de cetonas. Una tira de pruebas, que no resulta nada cara, se vuelve púrpura cuando se hallan presentes cetonas en la orina. (Las tiras de papel para prueba pueden adquirirse en cualquier farmacia, sin receta. Leerá más acerca de esto posteriormente.) Es interesante, y muy importante, llevar el control a medida que uno va incrementando, poco a poco, los carbohidratos al ir pasando las semanas.

23 Cómo puede uno estar seguro de que su cuerpo sigue aún convertido en un motor quemador de grasa, tal como lo era durante la primera semana de este régimen? Lo puede estar porque en esta dieta usted tiene un signo exterior, visible y comprobable: las tiras de prueba, y ellas le dirán que está usted quemando su grasa a un saludable ritmo máximo. No puede equivocarse acerca de cuándo su cuerpo está utilizando, de un modo vigoroso, todas esas calorías almacenadas en su interior. Además, las cetonas le ofrecen un beneficio extra. Las cetonas que hay en su orina y en su aliento representan calorías liberadas de un modo incompleto. Eso significa que cuando usted emite cetonas está eliminando calorías del cuerpo. Ésta es una de las razones por las que puede usted comer más calorías de las que quema y, mientras no haya carbohidratos en su dieta, seguir perdiendo peso. Las cetonas son el secreto de este aparente truco mágico de la bioquímica. Cada día son eliminadas centenares de calorías de su cuerpo en forma de cetonas y toda otra serie de moléculas de grasa no utilizadas por completo. Está eliminando todas esas calorías no mediante el trabajo o ejercicios violentos, sino tan sólo con respirar y dejar que funcionen sus ríñones. Y todo eso se logra con sólo disminuir la cantidad de carbohidratos. DIFERENCIA NÚMERO 3: USTED NUNCA TIENE HAMBRE. PUEDE COMER, SIN LÍMITE ALGUNO, ALIMENTOS SÓLIDOS «QUE ENGORDAN». En esta dieta se le permite a usted comer alimentos sibaríticos, sin límite alguno..., por ejemplo: langosta con salsa de mantequilla, filete con salsa bearnesa, y no simples hamburguesas, sino maravillosas hamburguesas con queso

24 o incluso, lo que aún es mejor, hamburguesas de verdadera carne de cerdo. El comer así podría ser la razón por la que usted nunca tiene hambre. Y, aunque parezca extraño, no lo es. La pérdida de peso de millares de mis pacientes prueba que la razón básica por la que usted adelgaza tomando todos estos sabrosos alimentos es un hecho fantástico: en tanto que usted no tome carbohidratos, puede comer cualquier cantidad de esos alimentos «que engordan» y no le añadirán ni un solo gramo de grasa a su cuerpo. UN GENIO CUYAS INICIALES SON HMG LE MANTIENE A USTED SIN HAMBRE MIENTRAS VA PERDIENDO PESO. La razón básica por la que usted pierde peso sin pasar hambre mientras utiliza esta dieta es la alteración de su metabolismo. Este tipo de falta de apetito es una experiencia totalmente nueva. Al eliminar totalmente los carbohidratos, habrá llamado en su ayuda a un genio poderoso: una sustancia segregada por la glándula pituitaria y que se llama Hormona Movilizadora de Grasas (HMG), o SMG, como se la llamó al principio. Este material de movilización no fue aislado como sustancia pura hasta 1960, cuando tres investigadores británicos, el doctor T. M. Chalmers, el profesor Alan Kekwick y el doctor G. L. S. Pawan, del Hospital Middlesex de Londres, pudieron aislar esta sustancia en la orina de los animales y humanos que se hallaban sometidos a dietas que no contenían carbohidratos. POR QUÉ NO PERDIERON PESO LAS PERSONAS QUE SE- GUÍAN UNA DIETA DE MIL CALORÍAS Y TODA CLASE DE CARBOHIDRATOS? Buscando el mecanismo que causaba este resultado, analizaron la orina de los pacientes que se hallaban sometidos a diferentes dietas

25 y no encontraron HMG (Hormona Movilizadora de Grasas) presente durante el tiempo de dieta en los casos que contenían carbohidratos, pero sí gran cantidad de la misma en la orina de los pacientes sometidos a dieta compuesta o bien exclusivamente de grasas o de grasas y proteínas, pero sin ningún carbohidrato. En otras palabras, la HMG es una sustancia natural del cuerpo humano que sólo se produce cuando la dieta no contiene nada de carbohidratos, o muy poca cantidad. Y su presencia en la orina indica que el individuo está utilizando las acumulaciones de grasa de su cuerpo como combustible corporal. Lo que se halla en la orina es lo que sobra después de haber hecho su trabajo de utilizar las reservas de grasa. Ahora bien, no sabemos de un modo exacto cómo funciona esta (o cualquier otra) hormona. Sólo podemos observar lo que sucede. CUÁL ES LA SEÑAL QUE HACE ACUDIR AL GENIO? Aparentemente, la señal para que la glándula pituitaria segregue la hormona movilizadora de grasas al riego sanguíneo es la ausencia en la dieta del combustible ya preparado: en otras palabras, los carbohidratos. Cuando no se dispone de ningún carbohidrato, el organismo le dice a la pituitaria: «Necesito combustible. Utiliza mi grasa para darme un poco». Eliminando los carbohidratos, esta maravillosa sustancia natural del cuerpo, la HMG, es lanzada cual bala mágica por la pituitaria, para que circule por el riego sanguíneo. Y la producción de HMG es el propósito básico de esta dieta... y la razón por la que tiene éxito; cuando todas las demás fracasan. La presencia de HMG circulando en su riego sanguíneo garantiza que está usted recibiendo continuamente un combusti-

26 ble que se origina en sus propios almacenamientos no deseados de grasa. Y esto sucede así porque la HMG hace que, de continuo, sus depósitos de grasa puedan ser utilizados por su cuerpo como combustible. Pero, recuerde, la clave mágica es que al inicio no tome carbohidratos... y luego, que los añada sólo de modo muy gradual, y en pequeñas cantidades, tal como se ha indicado ya anteriormente en este mismo capítulo, y como se explicará de un modo más completo más adelante. LA CUARTA DIFERENCIA: INCLUSO EL MÁS REACIO PIERDE PESO. Casi nunca me ha sucedido que un paciente haya regresado al final de la primera semana de dieta y me haya dicho: «Doctor, he seguido su dieta, y no he perdido peso». En las raras ocasiones en que esto ha sucedido, siempre hemos podido hallar una fórmula de corrección (véase capítulo 14). Pero existe una enorme diferencia en la facilidad y rapidez con que pierden peso las distintas personas. La cantante Leslie Uggams es una de las personas que lo pierde rápido. Sólo necesita unos pocos días para comenzar a perder kilos mediante la dieta anticarbohidratos. Doris Lilly, la autora y articulista, es otra perdedora fácil. Perdió nueve kilos el primer mes... y se ha mantenido delgada durante cinco años. Uno de mis asociados la entrevistó utilizando un magnetófono. Así es como ella narra su pérdida de peso: «Luchaba por introducirme en un vestido talla 16, y no existe la talla 18, excepto en la sección de tiendas de campaña. Pero salía con mucha gente, así que no me daba cuenta de cómo estaba. Luego, una noche, aparecí en el espectáculo de Merv Griffin, llevando un nuevo vestido brillante de Norell. Era un programa grabado. Cuando me vi en la pan-

27 talla, me eché a llorar. Parecía una cuba plateada. Gorda, gorda, gorda! Fui a cenar con los Uchitel (en aquel tiempo él era dueño de El Morocco) y aún seguía llorando, y él me habló del doctor Atkins.»Así que fui a verle y perdí dieciocho kilos, la mitad el primer mes. Sin inyecciones. Sin pildoras, excepto que el doctor Atkins me dio grandes dosis de vitaminas, incluyendo la vitamina C. Supongo que es porque no tomo jugo de naranja para desayunar.»lo único que se necesita son muchas agallas. Desde luego, le da a una mucho que comer. Y, claro está, yo no bebo. Eso ayuda. O me tomo un whisky de vez en cuando. Nada más. «Cambié completamente mis hábitos alimentarios. Desde entonces no he vuelto a tener una sola \ hogaza de pan en mi casa. Como tantos estadounidenses, acostumbraba a tomarme un bocadillo al mediodía. Ahora tomo carne y pescado a la plancha. Ya no tengo problemas. Uso la talla 10. Y mi talla de sujetador pasó del 40D al 36C. Incluso mis pies son más pequeños. Regalé todos mis zapatos, en realidad toda mi ropa excepto mis bolsos y abrigos de pieles. Ya han pasado cinco años, pero jamás he vuelto a ganar peso.» EL CONTAR LAS CALORÍAS NO PUEDE AYUDAR A LAS PERSONAS QUE NUNCA HAN PODIDO ADELGAZAR. SÓLO conozco a unas pocas personas afortunadas que pueden perder peso con rapidez y casi sin esfuerzo. La mayor parte de los pacientes obesos han pasado sus vidas totalmente dedicados a una serie descorazonadora de dietas que no han surtido efecto. Me encanta ver a esos pacientes al final de la primera semana de mi dieta. No cambiaría esa satisfacción por nada del mundo. Han perdido peso de modo invariable, y sin pasar hambre. Ha sucedido

28 un milagro bioquímico. De nuevo se atreven a tener esperanzas. Para muchos de ellos esta semana marca el inicio de una nueva vida: es un verdadero renacimiento. Usted puede perder peso con esta dieta..., lo hace incluso la gente que no ha podido lograrlo viviendo mes tras mes a base de sólo 800 ó 900 calorías diarias. Yo creo que la gente que tiene esta resistencia metabólica a la pérdida de peso es gente impedida. Esta dieta acaba con esa resistencia, mientras que una dieta a base de pocas calorías no puede hacer nada al respecto. Uno de mis pacientes, Perry Zenlea, es una de esas personas impedidas. Pero en cuanto dejó de contar calorías y empezó a contar gramos de carbohidratos salió de esa categoría. PERRY ZENLEA ERA UN HÉROE DE LAS DIETAS..., PERO, DE TODOS MODOS, SEGUÍA SIENDO GORDO. Perry Zenlea, que tiene 45 años, es ingeniero, y uno de los hombres más disciplinados con los que jamás me he encontrado en la práctica de mi profesión. Incluso cuando tenía nueve años de edad tenían que confeccionarle una ropa especial para él, por lo gordo que estaba. Ha sido obeso toda su vida. Y es tal su disfunción metabólica, que gana peso si come más de calorías por día. Eso es inusitado para el hombre, dado que el metabolismo masculino es más alto que el femenino. La mayor parte de su vida se la ha pasado hambriento, a base de 900 calorías por día. Así que ganaba y perdía peso, lo volvía a ganar y lo volvía a perder, casi siempre hambriento, sintiéndose mal, y con una pésima perspectiva para el futuro. Nadie puede vivir indefinidamente de ese modo. PASABA HAMBRE, MES TRAS MES, A BASE DE 900 CA- LORÍAS DIARIAS. Había perdido veintidós kilos, vi-

29 viendo de modo mísero durante meses, a base de una dieta de 900 calorías por día, cuando vino a verme. Había recuperado ya once de esos kilos y pesaba 121. Apenas nunca tomaba un trago. Jamás había sido un comedor de dulces. Cómo podía seguir estando tan gordo? Ahora ha permanecido en una dieta de cero carbohidratos durante un año, y ya ha perdido 44 kilos. Su talla de traje pasó del 56 al 40. Su resistencia metabólica a perder peso es tan grande, que jamás le ha sido posible el perderlo cuando intentamos añadir algo de carbohidrato, por poco que fuera, a su dieta. Así que sigue, básicamente, con la dieta de la primera semana: una dieta biológicamente libre de carbohidratos. Y aún tiene peso que perder. Pero no lo lamenten por él. PERDIÓ ESOS CUARENTA Y CUATRO KILOS SIN PASAR HAMBRE Y SIN CONTAR CALORÍAS! «Es la cosa más maravillosa que jamás me ha sucedido», no deja de decirme. «Es una nueva forma de vida. Nunca tengo hambre. Es maravilloso. No deseo abandonar esta dieta... jamás!». Perry Zenlea come una cena tan abundante (a veces hasta 700 gramos de carne, ensalada o media taza de vegetales verdes y D-Zerta) que no puede tomar desayuno (excepto una taza de café con nata y un endulzador). Su comida acostumbra a ser dos huevos revueltos con tocino. Y, si le viene en gana, come queso entre las comidas y antes de irse a la cama. «He ido rejuveneciendo, semana tras semana, desde que vine aquí», dice. «Y no es que me sienta más joven o lo parezca. Es un hecho físico. Soy más joven.» Y tiene razón. Zenlea, hijo de padres diabéticos, era un diabético reconocido. Estaba medicándose contra esta

30 enfermedad cuando vino a verme. También era hipertenso, y necesitaba medicación contra ello. Pude eliminar todas esas medicaciones. Su presión sanguínea y azúcar en la sangre son ahora normales. Su colesterol, que estaba en 335 en su primera visita, bajó a 215, que es una lectura normal. Si, como Perry Zenlea, usted se ha dedicado a las dietas de pocas calorías a pesar del hambre y privaciones que las acompañan, puedo asegurarle que han terminado todas sus preocupaciones. Ha demostrado que tiene usted las cualidades personales necesarias para lograr la victoria. Y éstas, combinadas con los conocimientos técnicos que encontrará en este libro, deben permitirle pesar lo que desee pesar, durante el resto de su vida.

31 CÓMO LLEGUÉ A ESTA REVOLUCIÓN DIETÉTICA Espero que este libro sirva para cambiar su peso, su forma de contemplar la vida, su vida misma. El descubrir esta dieta me dio todas estas cosas a mí. Déjeme que le explique cómo sucedió. Al principio yo era un chico muy delgado. Cuando salí de la escuela medía 1,80 metros y sólo pesaba 61 kilos. Era el chico más delgado de toda la manzana. Mis padres habían tratado de conseguir que comiese por todos los medios, y todos nos sentimos muy dichosos cuando, al fin, desarrollé un apetito infernal. En la universidad me convertí en el mayor comilón del campus. Por fin, comenzó a tener efecto. Para cuando me gradué había ganado 18 kilos. Luego gané aún más peso en mis estudios de posgraduado y durante mi

32 tiempo como interno y residente. Tenía la reputación de ser el mayor tragón del hospital. Pasaba de mi peso, pero la imagen que tenía de mí mismo era de delgado, así que aquello no me preocupaba. No fue sino hasta 1963, tras otros diez años de ganar peso, cuando, de repente, me di cuenta, al verme en una fotografía, de que tenía una papada triple. La foto estaba en mi placa identificatoria para mi nuevo trabajo como consultor médico de la AT&T. Sabía que era yo porque en ella estaba escrito mi nombre, pero pensé que sería mejor comprobar aquello. «Tengo realmente una triple papada?», le pregunté a la enfermera. Ella asintió con la cabeza. Así que era cierto. Yo ya no era ningún chico delgado. Era un hombre gordo, y parecía tener quince años más de los que realmente tenía. INCLUSO ME ATERRORIZA LA IDEA DEL HAMBRE. Bueno, supongo que hacía bastante que conocía la situación. Pero me había visto enfrentado con otro problema. Realmente, tenía pánico a la dieta. Tenía miedo de pasar hambre. Creo que mucha gente no sigue dietas porque teme al hambre. Debe de haber millones de personas que reaccionan en la forma en que lo hago yo. Cada persona obesa ha probado, en algún momento de su vida, a comer menos... y ha sido derrotada por el hambre. Para ella, este tipo de dieta es una adaptación biológicamente no adecuada. Yo conocía las dietas. Pero el problema era que todas me decían que me detuviese cuando había comido 200 gramos, o poco más, de mi filete. Eso es sólo media porción. Yo sabía, por mi experiencia, que a medio comer un filete tenía más hambre que antes de empezar. Estaba seguro de que nunca podría seguir una dieta de bajo contenido calorífico, ni aunque sólo fuera por un día.

33 Y CASI NO TENGO FUERZA DE VOLUNTAD. Tengo un gran apetito, pero muy poca fuerza de voluntad. Si estoy con un grupo de personas esperando en un restaurante en el que el servicio es lento, siempre llamo al camarero y le digo: «Oiga, déme algo para comer mientras esperamos a que nos sirvan». No tengo tolerancia alguna para el hambre. No obstante, dado que tenía que llevar esa placa y contemplar cada día aquella triple papada, decidí que sería mejor tratar de hacer algo acerca de mi exceso de peso. Recordando ese período de mi vida me doy cuenta de lo afortunado que fue que me hubiera especializado en cardiología y no en metabolismo. Si me hubiera especializado en nutrición y metabolismo, hubiera estado repitiendo como un loro las mismas ideas falsas, pero clásicas, a las que siguen aferrándose tantos de mis colegas. Pero, estando libre de esas ideas falsas, permití a mi mente (y aún sigo haciéndolo) que se acercase a los hechos observables sin prejuicio alguno. De cualquier modo, empecé por investigar la literatura médica en busca de algún tipo de pista acerca de lo que podía hacer por mí mismo. PUEDE UNO AYUNAR... Y A PESAR DE ESTO NO TENER HAMBRE? Una tarde leí acerca del trabajo que el doctor Garfield Duncan había realizado en el campo de la nutrición, en la Universidad de Pennsylvania. Según informaba, los pacientes que ayunaban perdían toda sensación de hambre tras pasar cuarenta y ocho horas sin comida. Eso me anonadó. Me resultaba increíble que pudiera no sentir hambre tras estar sin comida durante 48 horas. Cómo iba a ser posible aquello? Iba en contra de la lógica. Y deseaba saber el motivo.

34 ESTABA BUSCANDO LA «DILTA DUL HAMBRIENTO». Mientras la buscaba, añadí nuevas piezas al rompecabezas. Leí la obra de dos de esos brillante investigadores británicos, el profesor Kekwick y el doctor Pawan, que habían demostrado que en la orina se hallaba presente una sustancia movilizadora de las grasas cuando se estaba sometido a una dieta libre de carbohidratos desde hacía 48 horas. Esto y la presencia de cetonas en la orina significaba que el cuerpo satisfacía su hambre quemando su propia grasa como combustible. LA AUSENCIA DE CARBOHIDRATOS SIGNIFICA TAM- BIÉN LA AUSENCIA DE APETITO! Aquello era una gran noticia, pensé. Si la ausencia de carbohidratos podía hacer que el motor corporal pasase de ser un motor quemador de carbohidratos a uno que quemase grasas, entonces quizá pudiese comer todo mi filete (que se hallaba libre de carbohidratos) y, al mismo tiempo, perder mis grasas. Y un maravilloso efecto secundario de esto podría ser que, como los pacientes ayunadores de Garfield Duncan, no pasaría hambre. Al mismo tiempo, me hallé con una información importante, dada por el fallecido doctor Alfred W. Pennington, de la Compañía DuPont, que postulaba que la obesidad viene frecuentemente explicada por un defecto metabólico intrínseco. Sugería un tratamiento para esto que no restringía las calorías. EL DOCTOR PENNINGTON LO HABÍA PROBADO CON LOS EMPLEADOS DE LA DUPONT. Había probado que este tratamiento funcionaba, poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la división médica de la Compañía DuPont le dio el encargo de tratar de averiguar por qué las dietas pobres en calorías no surtían efecto para tantos de los miembros de su nómina. Como resultado de estos estudios, Penning-

35 ton decidió que la obesidad podía ser causada, no por comer con exceso, sino a causa de un defecto metabólico: la falta de capacidad del cuerpo de utilizar los carbohidratos para otra cosa que no sea la producción de grasas. Así que preparó una dieta test. Veinte personas se presentaron voluntarias para probarla. La dieta eliminaba el azúcar y el almidón y, en cambio, suministraba proteína y grasas. Naturalmente, era una dieta cetogénica... lo que significa que la ausencia de carbohidratos hacía que en la orina apareciesen cetonas, signo de que la hormona movilizadora de las grasas está circulando por el riego sanguíneo. En la dieta del doctor Pennington no estaban contadas las calorías. La dieta básica permitía calorías por día, pero cualquiera que sintiese hambre podía comer sin límite alguno. Durante el período de prueba, los veinte individuos sometidos a dieta le informaron de que se sentían bien y que nunca tenían apetito y, al final, habían perdido un promedio de unos diez kilos, en una medida de 3,5 meses. Aquellos que tenían una alta presión sanguínea descubrieron, para su felicidad, que había bajado, paralelamente a su descenso de peso. LEÍ ACERCA DE UNA DIETA QUE CREÍ QUE TENÍA QUE PROBAR POR Mí MISMO. Al fin leí acerca de la dieta cetogénica de la que hablaba el doctor Walter Lyons Bloom, de Atlanta, Georgia. El propósito de la dieta era, simplemente, averiguar los cambios metabólicos de una dieta sin carbohidratos y no tratar a los pacientes. Le fue posible demostrar que la misma curiosa desaparición del hambre que ocurría durante un ayuno se producía también en una dieta sin carbohidratos. Y, dado que lo que andaba

36 buscando era una ausencia de hambre, me fascinó la dieta del doctor Bloom. A mí me sonaba a deliciosa: huevos con tocino para desayunar, mucha carne, e incluso ensalada para la comida y la cena. Después de que apareció cada uno de los informes que he mencionado, siempre fue seguido por una masa de otros que rebatía fieramente estos hallazgos. Pero, a pesar de sus críticas, aquellos nuevos conceptos me sonaban a lógicos y me parecían unas alternativas prometedoras a la dieta de bajo contenido calorífico. En 1963 me decidí a probar la dieta de Walter Bloom. Me resulta muy fácil recordar cuándo sucedió esto. En aquel tiempo yo había estado trabajando en Nueva York en una clínica de diagnósticos que creía que iba a dar una enorme contribución a la medicina. Luego, el hospital en donde estábamos practicando fue vendido, y la clínica cerrada. Todo parecía ir mal en mi vida. Fue en medio de esta depresión cuando decidí comenzar con la dieta. No sé dónde hallé el valor para ello. Supongo que no fue valor, que en realidad fue desesperación. Comencé con aquella dieta cetogénica a pesar de haber leído una gran cantidad de informes médicos que afirmaban que no era seria, que no funcionaba. COMENCÉ CON MI DIETA DEL HAMBRIENTO... COMPRO- BANDO LA PRESENCIA DE CETONAS. Naturalmente, me resultaba fácil comprobar la presencia de cetonas en la orina. Sabía cómo hacerlo desde mi segundo año en la Facultad de Medicina. Una vulgar tira de papel con que comprobar la orina, o una tableta destinada a este propósito, que se encuentran en cualquier farmacia, se volvían púrpura al hacer la prueba, si se hallaban presentes las cetonas.

37 Pronto descubrí que, incluso si añadía diez o quince gramos de carbohidratos, tras un inicio con cero carbohidratos, la tableta de comprobación seguía volviéndose púrpura. Eso significaba que mi cuerpo seguía quemando mis grasas. Podía comer queso, fiambre, gambas, y tomar una ensalada que me llenase, con cada comida. Para el postre descubrí una queso cremoso al que le añadía edulcorantes artificiales y al que daba sabor de muchas maneras diferentes (véase la sección de recetas, en la que hay algunas). Ni SIQUIERA TENÍA HAMBRE CON CUARENTA GRAMOS DE CARBOHIDRATOS. Al ir pasando el tiempo averigüé, a base de pruebas, que podía tomar de treinta y cinco a cuarenta gramos de carbohidratos por día y aún seguir perdiendo peso, sin pasar hambre, si los añadía de un modo lo suficientemente gradual. Eso significaba poder tomar algunas verduras, a veces melón, y fresones frescos con nata batida. Incluso averigüé que podía volver a tomar algún que otro whisky con agua, antes de la cena. Y estaba comiendo todo el día. Eran comidas pequeñas... pero eran comidas. Tomé la decisión de ir tres veces diarias a casa, desde el hospital, para llenarme de nuevo. Cuando comencé a ser mi propio conejillo de Indias, supe que iba a comer mucho y creía que sería muy afortunado si perdía un kilo y medio o dos por mes. Me sorprendí mucho..., probablemente fue la sorpresa más grande de mi vida, cuando al final de las primeras seis semanas a esta dieta comprobé que había perdido doce kilos y medio! NOTABA UNA EXTRAÑA SENSACIÓN DE EMOCIONES EN- TREMEZCLADAS AL PERDER TANTO, TAN DE PRISA. Como es natural, estaba encantado; pero aquello no era

Dieta Revolucionaria Dr Atkins Libro Pdf

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